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domingo, 21 de noviembre de 2010

LA MATA DE HIGUERA

Por: Julio Cesar Fernández


Conocíamos al Capitán Higuera, Oficial de la Guardia Nacional, como hombre sencillo, amable, amigo y de un trato especial.

Por resolución Ministerial fué nombrado Comandante General de las Fuerzas Armadas Policiales de esta Entidad Federal. Emocionante noticia!. Los comentarios no se hicieron esperar: "que bueno", "que chévere", "gracias a Dios". "Ese es mi amigo panaquire". En fin mucha alegría. Se comentaba tan feliz acontecimiento. Todo era: Que si Higuera pa´acá, que si Higuera pa´alla.

Pero como dice el refrán llanero: "Una cosa piensa el burro y otra quien lo está enjalmando". El "tiro le salió por la culata" a quienes se habían confiado ciegamente en la "sonrisita" de Higuera. Quienes pensaron que aquel hombre era una "mantequillita" de a "cuartillo", y quienes opinaron que con él se podía "jugar a la pelota", se llevaron la sorpresa del siglo.

La ciudad un poco desordenada. Sus habitantes desacostumbrados en el cumplimiento del deber, y olvidados de ciertas normas legales establecidas por el Estado, así como el abuso y la responsabilidad reinante por los cuatro costados; todo esto hizo mella para que el hombre encontrara un bonito escenario, para actuar sin contratiempos y "acomodar" las cosas en desorden.

Primero la disciplina interna del Cuerpo policial (pasando por una depuración a "toda máquina"). Luego... a la calle!. Comenzó por "apretar la tuerca", y los efectos se hicieron sentir con todo su rigor. Unos corrían, otros se "encaramaban", "saltaban", "protestaban", "pataleaban", pero... La decisión era tajante y terminante: "Orden y punto". Nadie más anduvo por las calles sin Cédula de Identidad en el bolsillo. Ninguna menor de edad deambuló más de madrugada por las discotecas. Los menores de edad, como por arte de magia, desaparecieron de las "correrías" nocturnas. Los motorizados entraron por el "carril", y bajó a "cero" el promedio de muertos por accidentes. La "Lotería de animalítos" sufrió su aniquilamiento. A los "Mafiosos" o "drogadictos" les fué aplicando todo el peso de la Ley. En medio de ese corri-corre grabé en disco la composición que sigue, intitulada "La Mata de Higuera". Un recuerdo imperdurable sobre una real situación.


LA MATA DE HIGUERA


Higuera, chumba de Indias/Higuera, del mismo infierno/Higuera que das el fruto/apetecido del pueblo/Arbol de tronco torcido/que enderezarlo no puedo/tampoco hacer los viveros/para que nazcas de nuevo/de hojas grandes y lobuladas/que causan terrible miedo/cuando de noche se mueven/accionadas por el viento.


Su fruto dicen que es dulce/pa´mi es dulce pasajero/de ellas se obtiene el ricino/purgante del cual me acuerdo/porque cuando estaba niño/en los brazos de mi abuelo/con ataques de lombrices/casi una noche me muero/abra esa jeta carrizo/no me vomite el remedio/tucun, tucun, no resuelle/que aquí tengo el colgadero/era la sal de la Higuera/que me atragantaba el cuello.


Muy de moda está la Higuera/plato del día en este pueblo/es conserva favorita/su sabor se está imponiendo/hace tres tardes yo iba/paseando rumbo hacia el puerto/cuado de repente vi/que se formaba un vainero/más de cuarenta choferes/indignados por supuesto/en medio de un gran bochinche/se peleaban por el puesto/ráspemelo decía uno/no me vengas con el cuento/la Higuera en estos momentos/no se la estamos vendiendo/además no es el motivo/para que vengan corriendo/han cometido infracción/bien se merecen su arresto.


Otra noche estaba yo/en un paraje desierto/era el mismo "paraiso"/noche de grandes recuerdos/cuando vi un desbarajuste/de esos que paran el pelo/casi que me da un ataque/casi me muero del miedo/la tensión se me subió/se me entrecortó el resuello/creí que mi corazón/tenía cien años de viejo/ me persiné treinta veces/rezando tres Padre Nuestro/me encomendé a to´los Santos/dejándoles el polvero/brinqué po´encima e´las mesas/tumbé perolas con hielo/mentalmente me decía/"paticas pa´que te tengo"/de barriga me lancé/me fuí arrastrando po´el suelo/vi una mata bien hermosa/me sentí como hombre nuevo/y chupulún bajo de ella/me sentí en el mismo infierno.


Sabe usted, lo que pasaba/de risa casi me muero/eran indocumentados/que los perseguía el gobierno/como pude metí el ojo/lo volví a meter de nuevo/paré ese oído bien fino/que escuchaba hasta el secreto/un carro como una jaula/con cien menores adentro/que andaban a media noche/no se por qué ocurre esto/calle arriba y calle abajo/ como ganao sin potrero/en la oscuridad aplaudía/pero con mucho recelo.


Ví a María que protestaba/lo hacía con gran centimiento/Aquí va mi directiva/las mujeres del gobierno/ellas venían del trabajo/se estaban tomando un fresco/Ahora con quien me reuno/por Diosito no hagan esto/pero que va! Zacatán!/en el carro las metieron/y solo se salvó María/porque se perdió corriendo.


Después que pasé el gran susto/y todo quedó en silencio/miré pa´todos los lados/ví la luna y los luceros/hay fué cuando me di cuenta/casi no podía creerlo/que la mata donde estaba/bajo un chubasco tan fiero/era una tremenda Higuera/desafiando al mismo cielo.


-1981-