Son contados los atabapeños, por
no decir los amazonenses, que han venido al mundo con el lujo y la lija como
doña Francisca Paminare parió y trajo a tierra regada por el río Guasacavi a su
pequeño hijo. Ese día como cualquier otro día de la semana, mamá Pancha, como
buena y eficiente curripaca, guatura al lomo y un bojote de leña en la cabeza,
caminaba de su conuco a la curiara, cuando fue atacada por los fuertes dolores
de parto. No le quedó otra alternativa que dejar guatura y leña a un lado y
disponerse a parir, íngrima y sola, sobre una laja bendita por Dios. Vio la luz
del mundo uno de sus hijos. Con un machete conuquero cortó el cordón umbilical
de su querido bebé y colocó en cualquier sitio la placenta. ¡Cuánta valentía y
amor de una madre por su hijo! Pascual nació en la Laja de Gallineta. Dejemos
que sea el mismo el que se exprese sobre su nacimiento: “Se estremecieron las
cabeceras de todos los ríos que forman el Atabapo, porque el 6 de enero de
1.933 nació un súper comelón de cabezón que acompañará desde ese día a Doña
Francisca (mamá), y a Don Antonio Silva (papá) y una larga lista de hermanos y
hermanas”.
Siendo todavía un niño de pecho,
realizó en una balsa de palo de bolla, construida por la señora Francisca su
viaje de traslado desde el caserío de Santa Cruz, cerca de la confluencia del
río Temi y el Guasacavi, a pueblo de San Fernando. Pascual más nunca volvió a
su laja natal. Con cuatro años de edad llegó a la entonces naciente ciudad de
Puerto Ayacucho.
Estudió la primaria en el Asilo
Pio XI y en la Escuela Graduada General Rafael Urdaneta, ambos planteles de
gratas memorias que funcionaron en esta ciudad porteña.
Tiene tres profesiones: Ratero,
Traidor y Malversador. Ratero, no porque caza ratas, sino porque trabaja por
ratos, un rato por la mañana y otro rato por la tarde; Traidor, no porque es
traicionero, sino porque en su quehacer de vendedor de empanadas y jugos en el
Guasimito, era el encargado de llevar y traer los pedidos que hacían los
comensales; y Malversador, no porque malversa sus bienes, sino, porque escribe
versos maluquitos.
El 3 de agosto de 1.958, en San Fernando
de Atabapo contrajo matrimonio con la joven Catalina Escobar. El compartir
conyugal de esta pareja ha producido 4 hijos y 3 hijas, todos y todas
profesionales que en la actualidad luchan por el progreso del Estado Amazonas.
Como Guardia Nacional sirvió en
todos los puestos de la Compañía Autónoma del Meta y Río Negro y como educador
trabajó en la Escuela Granja Atabapo y en la Escuela Junín, ubicadas en el
pueblo de San Fernando.
Pascual como cantautor afirma,
que para ser cantautor se requiere “ser chiflado y creer que se hace una obra
maestra”. Son muchas las piezas musicales producidas por este amigo
malversador: Atardecer Atabapeño, el Pavón, el Piapoco, e Danto, el Cabezón, La
Raya, la Lapa, el Bocón, el Sebucán, la Guacamaya, la Vieja del Atabapo, Playa
y Cariño, Ana Carolina, Tierra India, Recados al Presidente, Misa Amazonense en
honor a Don Bosco, Siembra Redención, la Orquídea, un canto al Amazonas y
muchas otras.
El atabapeño ratero al referirse
a nuestra identidad regional, manifiesta que el 99,99% de los amazonenses no
conoce nuestra historia y a quien no conoce su tierra, es imposible pedirle que
se identifique con ellas, es imposible que le tenga amor a la patria chica, a
este pedazo suelo que le vio nacer y donde dio sus primeros pasos. El amigo
Pascual Silva es un eficiente y eficaz conocedor de la historia del Estado
Amazonas; conversar con él sobre este tópico enriquece nuestro conocimiento.
Conversando con el Traidor amigo
llegamos a una conclusión: que, así como las culturas aztecas y maya se
atribuyen el nombre de hijos e hijas del maíz, de la misma manera los
diferentes pueblos descendientes de los arahuacos (curripacos, banivas,
piapocos, bares, etc.,) podemos asumir con legítima autoridad, que los hombres
y las mujeres de estas culturas “SOMOS HIJOS E HIJAS DE LA YUCA”. En curripaco:
NIRRI-PI-CAIMIU.
Para conocer a Pascual Silva
Paminare con lujo de detalles, dejemos que sea su querida esposa, compañera y
amiga Catalina Escobar, que nos hable de él: “Pascual como esposo siempre ha
sido un ser comprensivo, siempre cariñoso y amoroso. Me ha sabido entender, y
nos hemos sabido llevar bien en nuestra relación matrimonial. Un esposo
ejemplar. Como amigo, ha sido siempre un hombre de buenos ejemplos,
especialmente ha tratado de llevar una vida, un matrimonio y una familia de
valores humanos y cristianos. Entendemos que el matrimonio es un sacramento que
Dios nos ha dado y de esta manera poder llevar las dificultades que se
presentan en la vida. Como padre, un buen educador para sus hijos e hijas,
dándoles buenos ejemplos y consejos, de manera especial inculcándoles la
aplicación y práctica de la honestidad, la humildad y la sencillez”.
Una de las tantas nietas de Pascual, Lavinia
Franco, se expresa así de su abuelo: “Mi tío Pascual Silva, nos ha inculcado
valores muy importantes: respeto, honestidad y sinceridad, los cuales hemos
sabido apreciar y aprovechar. Es un padre ejemplar con buenos modales, para con
todos se comporta de una manera muy inteligente, en especial en el momento de
llamarnos la atención. Es buen conversador y muy comunicativo, tanto con
nosotros, sus hijos e hijas, como con las otras personas. Nos ha demostrado que
Dios es nuestro Padre Supremo y que debemos confiar en El para que nuestros
sueños y metas puedan realizarse: “con fe todo es posible”. Le doy las gracias
por lo que nos ha enseñado. En la familia nos queremos mucho. Lo queremos y
rogamos a Dios que viva por mucho tiempo”.
Fuente: Revista "La Iglesia en Amazonas",
Año XXIX - Nº 124 - Junio 2009. Pag. 35.
Personajes en la historia de Amazonas del
escritor Jesús Pastor Santaella