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viernes, 19 de febrero de 2010

MI DELIRIO

Leyendo algunos escritos de distintos escritores y compositores amazonenses me topé con una inspiración poética del nada más y nada menos siempre querido y recordado Don Manuel Henriquez. Una pieza única que resultaría mezquino de mi parte no brindárselo a  Ustedes lectores de este blog. LLeva por nombre "Mi Delirio"  y luego que la lean entenderán igual que yo, los dones no sólo de historiador que poseía nuestro  querido  e inolvidable cronista, sino también las cualidades poéticas sobradas de inspiración y exquisita prosa que reflejan un aspecto sensible, apasionado y hasta melancólico del referido autor.  Sucumbe Don Manuel ante un sueño de gozo, deseo  y tentación que lo hace preso del éxtasis de contemplar la  belleza de la provocativa mujer. Dibuja palmo a palmo y con sorpresa y gran admiración  los atributos y encantos de las diosas, para finalmente delirar ante la desilución del sueño y la imaginación.  Definitivamente, un escrito que merece ser publicado.

MI DELIRIO

Don Manuel Henríquez
Cronista de la Ciudad de Puerto Ayacucho
(Part tí mujer, como una inspiración sin eco ni destino) 
En la quietud silente de un róseo y opalino atardecer, mi mente obnubilada por una pasión extrema, va dibujando la policromía crepuscular de una esperanza envuelta en la tenue transparencia del deseo. Penetra, en el vacío colorido de la imaginación como saeta clavada en la profundidad de lo imposible.
Estoy solo, en éxtasis de una meditación profunda con perfiles de melancólicos recuerdos.  La vista perdida en la lejanía azul del firmamento; la imaginación tejiendo en la  ilusión la filigran de un anhelo insatisfecho. Veo surgir en vaporoso  vuelo un pulcro colorido, tu figura en las nubes multiformes con pinceladas doradas del crepúsculo. Veo tu silueta, tu cuerpo de nacarada piel, plasmada cual diosa del Olimpo. En el suspenso de un ideal soñado, veo y siento tus pasos imprecisos en vacilante decisión de tu destino; esquivas con pudor y donaire tu figura; el rubor tiñe de rojo tus mejillas; tus ojos de mirar profundo y entreabiertos y relucientes invitan al amor; te acercas más; veo tus labios como trozos de manzana de cremoso néctar, rebosantes de placer, todos en conjunción voluptuosa con la fosa perlina que forma el encuentro de tus senos.
Estoy estático, atónito, como hechizado con la incredulidad de la sorprendida visión de mis puros y nobles sentimientos; tomo tus manos, te acerco a mí, rehuyes en actitud púdica de mujer honrada; vacilas, te aprieto, beso tus labios, tus ojos, te estrecho entre mis brazos; ciento en tu pecho el latir acelerado, el palpitar gozoso del  amor, del deseo fundido en aras del placer ardiente de mujer.
Caigo en el marasmo de un acobardado proceder. Me reincorporo, hago memoria... Oh! desilusión. Ha sido un delirio, un sueño, en donde la imaginación se lanza en alas del  pensamiento, con el deseo de alcanzar una esperanza.                            

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